Además de la terrible situación económica que se vive, América Latina vive su peor crisis política y social. No hay política, no hay políticos. Ahora hay funcionarios o servidores públicos que se dedican más bien a dar largos discursos para convencer a las masas de sus aciertos, sin reconocer jamás sus desatinos, sus errores, las equivocaciones que han dado creado más incertidumbre, menos bienestar, más pobreza y desigualdad, y menos desarrollo y progreso. La ciudadanía ya exige soluciones a sus problemas, ahora acentuados por esta pandemia, con la que parece los gobernantes están aprovechando para un juego perverso. No se trata de izquierdas o derechas. Estas son formas que cada quien interpreta a su manera, según les convenga, pero no resuelven nada. ¿Qué es la izquierda? ¿Qué es la derecha? La izquierda promueve que el gobierno asuma la responsabilidad en la dotación de los servicios públicos prioritarios. La derecha privilegia la participación empresarial. ¿Hay algo de malo en estos bandos? Nada. Pero los funcionarios, los responsables de conducir a las naciones, se enfrascan en grandes discusiones para fustigar, por un lado, a la izquierda, y por el otro a la derecha. Y más aún, ahora se ha puesto a discusión el neoliberalismo, el liberalismo, el conservadurismo. Ya dejen de disertar sobre cuestiones que no vienen al caso. Ya todo ha cambiado. ¿Qué acaso no han aprendido la lección que está dejando el coronavirus? ¿No han querido digerir que esta peste desnudó a los gobiernos irresponsables ineficaces? ¿No quieren saber que hay comunidades enteras que exigen acabar con la pobreza, las desigualdades, que piden a gritos justicia, empleos, seguridad, oportunidades y garantías de bienestar, más allá de las ideologías que ni siquiera los sedicentes políticos inteligen de lo que se trata? Si llega un gobierno que aplauda a los conservadores, todos se ponen de pie para rendirle estruendosas ovaciones. Si hay quien elogia a los izquierdistas, entonces todos los incondicionales se desviven en halagos. Si los conveniente es neoliberalismo, se corea un largo y muy estridente ¡¡Siii!!. Y así todos los interesados en tener comodidades, escalar cargos públicos y tener una economía desahogada, son los que siempre apoyarán a los todopoderosos para no perder los privilegios. ¿Y la ciudadanía? Bien, gracias, ahí me la saludas. No les importa que haya sectores poblaciones que sufren cada día más las carencias en todos los ámbitos, sea por ingresos, vivienda, servicios públicos, escuelas, seguridad. El discurso es el mismo, por ejemplo se lanza contra la corrupción cuando hay gobiernos atestados de deshonestos, a los que sí defiende o al menos procura no hablar de esos funcionarios que incurren de manera regular en una serie de ilícitos, cobijados claro por el manto protector del jefe en turno. ¿Y qué es lo que sucede? La corrupción nunca se combate, sino al contrario se alienta, así sea nada más los que están dentro del circulo dorado, que es intocable. ¿Y qué no acaban de entre que todo ese manipuleo de los recursos públicos es producto del trabajo de una ciudadanía que paga sus impuestos sin recibir beneficio alguno? El dinero que manejan los gobiernos pertenece al pueblo, por lo que resulta una grave, muy grave, irregularidad el que se destinen de manera discrecional o al antojo de quien ostenta el poder. Mal hecho. Eso es un delito. Las leyes, salvo algunas excepciones de países autoritarios y dictatoriales, son muy claras en señalar el destino que deben tener los presupuestos. Y el propósito es uno: atender, beneficiar a la ciudadanía. Apoyar a las mujeres, hombres, niños, jóvenes, a todos, en sus reclamos de trabajo, salarios, casa y un largo etcétera. Es decir, que se aseguren los principales satisfactores. En todo esto, más que las izquierdas, las derechas, los neoliberales o no, tienen que intervenir todos los sectores del Estado, los productivos, los empresariales, las organizaciones sociales. Es un trabajo conjunto. Nada ni nadie puede quedar fuera. Los empresarios requieren del gobierno. El gobierno necesita a los empresarios. Pero como las actitudes necias son las que prevalecen, entonces se ha llegado un lado extremadamente peligroso, pues lo único que se ha generado es la crisis política y la crisis social. No hay respuestas, pero sí zozobra y un muy desalentador futuro para todos. Es a lo único que se ha llegado, a caer en una grave inestabilidad, que podría derivar en una situación de alto riesgo para los países. Y es muy fácil medir cuáles podrían ser las consecuencias, con tan sólo ver los grupos de manifestantes que diariamente protestan, simple uy sencillamente, porque no se les toma en cuenta, pero sí se les considera al momento de votar. Ahí sí los sufragios son importantes. Y van por ese respaldo a través de discursos, otra vez la palabrería, huecos y demagógicos. Y sigue el engaño, y sigue la burla. Hay gobiernos que están jugando con fuego. ¡Cuidado! Ya comienzan a desbordarse las pasiones, ya comienza a correr sangre, ya los narcotraficantes retan abiertamente la violencia y la inseguridad crecen, se pierden muchos empleos, la economía está frágil. La pandemia vino a dar una lección que desgraciadamente los gobernantes no han querido entender, y no lo han entendido porque no son políticos. Se acabó la sensibilidad y la vocación para buscar el bien común. Vaya desgracia para la región.